Necesitamos algo que nos devuelva la pasión
En los últimos tiempos se ha hablado mucho sobre el periodismo; si debe ser objetivo, como se enseñó en las facultades hasta el hartazgo o si ya se puede afirmar a viva voz que el periodismo jamás dejará de emitir su opinión, ya sea de manera solapada o incluso en forma explícita.
La realidad es que los años pasan y en ese andar se van perdiendo costumbres -para algunos es algo negativo- pero otro sector lo vive como lo nuevo, algo que vino para quedarse, para dejar una opinión y no sólo describir una acontecimiento sin más que informar con detalles una escena.
La sociedad fue evolucionando y en ciertos casos la opinión le da valor a una nota. Cada quien es dueño de ver o leer lo que se le ocurra y no debería ser juzgado el periodista que emite opinión deliberadamente. Que existan periodistas que cambian su relato con el paso de los años no es motivo para apuntarles con el dedo acusador que solemos tener los argentinos. Acaso uno no cambia su opinión con el paso del tiempo? Si esto no fuera así ¿de qué evolución estamos hablando?
De esta manera se formaba para lo que vendría desde el corazón mismo de las noticias y era un método que formaba a los jóevenes como se dice vulgarmente “para salir a la cancha”.
Pero, considero que la formación no debería ser causante de ningún mal en este aspecto. En tal caso, habría que replantearse el nivel de las universidades y preguntarse porqué los alumnos egresan del colegio con errores ortográficos.
Que ya no existen periodistas como el estadounidense John Reed, es probable, un amante de su trabajo que era capaz de jugarse la vida por la profesión es difícil de encontrar, si no imposible. Sin embargo, considero que hay un movimiento de jóvenes que luchan por sus ideales y de alguna manera tienen la valentía de Reeds a la hora de conocer la verdad.


































