Desde que la industria del Cine dejó de ser silente, la Banda de Sonido es parte fundamental de las historias audiovisuales que todos consumimos.
Existe una tendencia a homologar el concepto Banda de Sonido con el de Leitmotiv, por eso primero vamos a deslindar estos términos.
El Leitmotiv es la música o la canción que se repite, una y otra vez, en una película, una serie o una telenovela. Incluso también en un programa de televisión. Es esa melodía que el público asociará de manera inmediata con alguna de estas opciones nombradas. Un ejemplo, para que todo quede claro, puede ser el tema de amor de El Padrino, la cortina musical de Gran Hermano o la canción La Extraña Dama de la telenovela argentina homónima.
La Banda de Sonido es otra cosa.
Cuando consumimos cualquier tipo de contenido audiovisual, incluso un Noticiero, estamos oyendo una Banda de Sonido, aunque no seamos conscientes de ello.
Una banda de sonido exitosa incluye un Leitmotiv que todos identificamos y recordamos. Pero la banda es mucho más.
Cuando se construye una banda de sonido necesita de cinco pilares para ser una estructura sólida y estable. Estos cinco pilares son los diálogos, el sonido ambiente, los efectos de sonido, el foley (sonidos creados especialmente para darle más realismo al sonido ambiente) y la música.
Si nos detenemos en la música, tenemos también que señalar que este pilar incluye variantes, que describiremos a continuación de manera somera.
La música puede ser preexistente. Es, como su nombre lo indica, la que existía con anterioridad a la nueva producción audiovisual. En una serie, novela, programa, película o, incluso, en un comercial, la podemos identificar cuando escuchamos una canción que ya escuchamos muchas veces en otro lugar o situación.

Otro aspecto fundamental de las bandas de sonido es la música que se compone especialmente para una producción en particular. Aquí ubicamos al leitmotiv que definimos más arriba, al foley y también podemos incluir a la música incidental.
La música incidental, sostienen los que saben, es exitosa cuando, en un primer momento, no la percibimos. Porque esta variante musical tiene por finalidad acompañar lo que vemos en escena, para realzar lo que allí pasa. Para Michel Chion, en su libro La Audiovisión, esta música incidental puede ser denominada también música empática, porque, como dijimos, acompaña sin tener por objetivo ganar protagonismo.
Si, por el contrario, lo que se oye no coincide con lo que se ve, no se oye: se escucha. Este recurso puede servir para provocar emociones particulares. La «incoherencia» entre lo que vemos y lo que oímos hace que nuestra atención se focalice en el sonido. Por eso decimos que no oímos, estamos escuchando. Para Chion a esta música la podemos denominar música anempática.
A la música empática también se la llama música sincronizada. Cuanto más sincronizada está, por ejemplo, en una escena de persecución automovilística, más en segundo plano estará en nuestro foco de atención. En cambio, si la Música acompaña a una escena de canto o de Baile, la música se fusionará de manera perfecta con aquello que estemos viendo.
El videoclip es el ejemplo más extremo de música preexistente, por una razón diferente. Aquí la música se compuso antes, y el video se piensa en función de la canción. Es la imagen la que se debe acomodar, la que debe acompañar al sonido. Al revés de lo que suele ocurrir.
Cuando se pasa a la fase de edición audiovisual, adecuar la banda de sonido a la imagen tiene, también, sus secretos, que tenemos que considerar. Uno es el grado de popularidad, otro es la estructura, la forma musical, y el tercero es el plano sonoro dentro del total de la banda de sonido.
Cuando consideramos el grado de popularidad, tenemos que saber que cuanto más conocido es el tema musical o la canción, más difícil es su edición. Estamos hablando de la música preexistente. Si el público reconoce un tema musical, editarlo, cortarlo, es complicado, porque la gente se da cuenta inmediatamente y esto provoca incomodidad o desagrado. Un ejemplo dramático de uso de música Preexistente es la inclusión del Himno Nacional en un producto audiovisual. Al Himno no se lo puede editar. Va completo y ya está. La única salida sería bajar el sonido y que quede como música de Fondo, en un segundo o tercer plano, para ambientar una situación particular. Por eso, si lo podemos evitar, utilizar el Himno Nacional es algo que, si podemos, lo evitamos. El editor lo agradecerá.
La estructura, la forma de una composición, también nos puede ayudar, o no, en el momento de la edición. Los cortes de la imagen deberían coincidir con el parpadeo del espectador y con los cortes de la estructura musical en sí. Es una obviedad, entonces, la complicación acá a dónde está.
A diferencia de lo que dijimos que sucede en la industria del videoclip, en el cine, en la tv en el teatro y en la publicidad, trabajar con un músico nos ayudará a facilitar la tarea de editar, porque la música se va adecuar a lo que se ve de forma más rápida y sencilla.
Cuando se trata de armar una buena banda, en definitiva, se trata de saber negociar. Una banda siempre es compleja. Lo mejor es estar seguros de que la banda va a jugar para nosotros, y que no actúe en contra nuestro.
































