Germán Vildoza y Florencia Rey, oriundos de Tierra del Fuego y creadores de la ONG De La Mano por el Mundo, preparan detalles para el desafío más grande de sus vidas: llevar agua y comida a las comunidades olvidadas del impenetrable bosque Chaco-Salteño.
Cuando Germán y Flor cruzaron por primera vez el límite provincial hacia Santa Cruz en su camioneta Dama, jamás imaginaron todas las vidas que iban a cambiar. «La Damita», como llamaron cariñosamente a su camioneta, era la única de dos camionetas compradas en un remate parroquial que todavía no se había fundido. La segunda duró hasta el empalme con la ruta 40. Fue ahí, donde los sueños se ponen a prueba, que se juraron seguir sin importar lo que el mundo les tirara encima. Fue ahí que nació su ONG De la Mano por el Mundo, una organización sin fines de lucro que busca ayudar a las minorías siempre menos favorecidas.
El proyecto empezó, como todos los proyectos, de manera caótica, pero con el tiempo y la experiencia tomó forma: si tan solo pudieran acercar a las personas privilegiadas como ellos a dar una mano a los menos privilegiados, el mundo iba a ser un poco más justo y equilibrado. “En el mundo existen un montón de comunidades marginadas que necesitan una mano”, comentan.
Hoy, su organización reúne cerca de un cententar de voluntarios de países como Estados Unidos, México, Guatemala, Alemania, Inglaterra, Italia, España, Dinamarca, China, Filipinas, Rusia, Japón, entre otros. Lo que empezó con dos personas con un sueño y mucho aguante, con el tiempo se convirtió en una auténtica red de ayuda global con llegada a comunidades marginales.
Sin embargo, el empuje nunca mermó, pero no por elección. Germán y Flor reconocen que, cuanto más crecen sus sueños, más complicado se vuelve mantener su organización. Históricamente, la mayoría de sus fondos vinieron de su propio bolsillo con lo poco que juntaban trabajando, y de los ingresos generados por su productora audiovisual Delamano Studio.
Por eso fue que, cuando recibieron una invitación de parte de un organismo estatal para volver al país y ayudar a las comunidades wichis en el Bosque Chaco Santiagueño, creyeron que finalmente estaban en el camino correcto, y que por primera vez contarían con el apoyo necesario para dar la ayuda que siempre soñaron. La ilusión duró poco, y, en medio de internas, su proyecto quedó en un cajón junto con sus esperanzas.
Quince años después de aquella encrucijada con La Damita, Germán y Florencia tuvieron que tomar una nueva decisión. Al igual que aquella vez, ni necesitaron mirarse para reconfirmar su deseo de cambiar el mundo. Si era necesario meterse por su cuenta en el bosque para ayudar a las familias más olvidadas de nuestro país, entonces juntos lo iban a lograr.
El monstruo al que se enfrentan es, quizás, uno de los más grandes del país. La última ronda sanitaria del Ministerio de Salud de Salta arrojó la escalofriante cifra de 380 chicos en situación de desnutrición, y otros 11 en condiciones extremas. Por encima de esto, cerca de 33 mil familias no tienen acceso a agua potable. “Si tienen suerte, consumen agua de pozos abandonados, que está contaminada”, explica Germán y agrega “cuando se enferman, entra el factor de los caminos. Las ambulancias no pueden ingresar por el estado de los caminos y de las ambulancias”.
Para poder ayudar, la pareja de fueguinos trabaja en un plan poco convencional: adaptando una moto vieja con una plataforma que les permita transportar pasajeros, alimentos y agua entre comunidades. “Bajamos un modelo de una marca brasilera, y lo estamos adaptando para el suelo del bosque, que es un poco más complicado” señala Germán y aclara que en dos semanas ya estará listo.
Mientras ultiman los últimos detalles antes del reto más grande de sus vidas, Germán y Flor trabajan en una campaña para recibir donaciones.
Para ayudarlos se puede escribir a su instagram https://www.instagram.com/delamanoporelmundo/) o por email a [email protected].
Producción periodística: José Vasta