Activista, poeta y escritora de ascendencia mexicana que nació en Estados Unidos y trabajó en los campos de siembra en Texas. Su obra no fue reconocida en las universidades por su contenido autobiográfico, pero hoy su trabajo es un referente en los estudios de género y se considera como una de las pioneras de la teoría queer.
Prieta
Queer y chicana, son quizás las palabras con las que, posiblemente, la misma Gloria se identificó más. Nació en Estados Unidos, pero como sus padres eran considerados migrantes y su inglés tenía accent, no era una american propiamente dicha.
Es irónica la condición de migrante de su familia, pues vivió en Valle del Río Grande desde hace más de seis generaciones, es decir, cuando ese territorio aún era parte de México. La familia de Anzaldúa fue de las primeras en habitar El Valle que pasó a ser parte del sur de Texas luego de la invasión de Estados Unidos a México en 1846 y 1847 que terminó con el Tratado de Guadalupe en el que México perdió Alta California y Nuevo México.
Gloria Anzaldúa nació en el poblado de Hargill, Valle del Río Grande, en 1942. Esta región, no solo es muy calurosa, sino que también se caracteriza por concentrar una gran población migrante así como por sus altos índices de pobreza. A pesar de que la familia de Gloria no llegó a Estados Unidos, sino que Estados Unidos llegó a ellos, vivieron entre migrantes y se comportaron como ellos.
En su ensayo La Prieta, Anzaldúa relata cómo su abuela se lamentaba por la piel morena de su nieta, piel de india. Su madre le advertía que no saliera al sol porque podía agarrar más color y entonces la confundirían con una india.
Su familia trabajaba en los campos de siembra. Cuando salían a trabajar, su madre le ponía una incómoda gorra de cartón que no le permitía ver a su alrededor ni sentir el aire. Gloria se sentía como un caballo con tapaojos. Un día en el campo tiró la gorra y se puso un sombrero.
En otro de sus libros, Borderlands/La frontera: la nueva mestiza, relata cómo su madre siempre le alertaba del peligro que corría en el campo si se encontraba con una serpiente. Un día, mientras trabajaba en los campos de algodón, una le mordió el pie, “casi no sentí los colmillos. La bota se llevó todo el veneno”.
Este hecho la marcó. Le produjo miedo hacia las serpientes, pero también una atracción. Años más tarde, la figura de este reptil le permitiría conectar con la animalidad de su cuerpo, con las tradiciones de sus ancestros y las deidades mexicas.
Deslenguada
Gloria trabajó en los campos de siembra, incluso cuando iba a la universidad. Su familia solo migró una vez hacia los campos de algodón de Texas occidental, pero en esa ocasión, Gloria, con siete años, perdió dos semanas de clases y su padre decidió que eso no podía ocurrir de nuevo.
Tuvo acceso a una educación precaria y violenta. Su acento era juzgado de forma negativa, al igual que su español y sus orígenes. En uno de sus ensayos llamado “Cómo domar una lengua salvaje” relata que en una ocasión la mandaron al rincón por contestarle a una maestra angla cuando lo único que hizo fue tratar explicarle cómo pronunciar su nombre. “Si quieres ser americana, habla inglés. Si no te gusta, vuélvete a México, donde te corresponde”. Más adelante, en la universidad, fue obligada a tomar clases de dicción para que perdiera su accent.
Gloria no solo habitó una frontera geográfica, también la de la lengua. Algunos latinos la llamaron traidora cultural por hablar la lengua del opresor, otros consideraban que echaba a perder el español, que la variante chicana era deficiente y mutilaba la lengua.
Ella, en cambio, defendía el español chicano, porque es una lengua viva que surgió de forma natural y ha cambiado, ya sea por la invención o la adopción de nuevas palabras. Finalmente, explicó que los chicanos –los estadounidenses de origen mexicano– no pueden sentirse identificados con el español “estándar” ni con el inglés “estándar”. A pesar de ello, en Estados Unidos se prefería mutilar aquellas lenguas salvajes, deslenguar a sus hablantes.
A partir de su condición deslenguada, Gloria creó su identidad lingüística y la defendió en su escritura. Defendió su derecho y la posibilidad de escribir en inglés, hacer el switching para usar el inglés, el español y también el náhuatl.
Así, al defender todas las lenguas que se hablaban en la frontera, como el chicano, el pachuco o el inglés de la clase obrera, no sólo lo hacía desde una perspectiva académica, también hablaba por el resto de su comunidad que no podía expresarse, ya sea porque no encontraba el lugar o los medios para hacerlo.
La voz y la obra de Gloria adquieren una importancia y un valor único ya que no es una académica estadounidense o europea que estudia el movimiento chicano, lo interpreta y lo muestra al mundo académico y a otras sociedades lejanas a él. Ella fue parte del movimiento, habló por los suyos y trató de mostrarlo como parte de esta comunidad en el ambiente académico. Anzaldúa, junto con otras mujeres, reivindicó el movimiento chicano.
Las chicanas y la crisis del feminismo
El movimiento chicano tiene sus orígenes en 1929, pero se consolida y se denomina con este nombre en la década de 1960. Buscaba garantizar los derechos civiles de los ciudadanos de ascendencia mexicana a través del reconocimiento de su identidad y su cosmovisión. De esta manera, luchaban contra el racismo y la aculturación que sufrían.
Al principio, dentro del movimiento, el papel de las mujeres tuvo poca relevancia; no obstante, durante la década de 1970, el feminismo atravesaba por una crisis, ya que algunas mujeres cuestionaban esta lucha feminista que tenía como foco a las mujeres blancas y, principalmente, heterosexuales.
Dentro del movimiento chicano, muchas mujeres, además de oponerse a la esterilización sin consentimiento a la que eran sometidas las mujeres indígenas y chicanas, cuestionaron el rol de la mujer dentro de su comunidad y se manifestaron en contra del machismo y de la dominación patriarcal que sufrían.
En su poema “Inmaculada, inviolada: como ella”, Gloria habla sobre su abuela Mamagrande y recuerda aquella ocasión en la que le preguntó si alguna vez tuvo un orgasmo. Mamagrande le respondió con pudor que cuando Papagrande le subía el camisón ella rezaba para que acabara rápido.
Anzaldúa también sufrió los roles de género que existían en su comunidad. “ A través de los años, los confines de la vida agraria y ranchera empezaron a enfadarme. El rol tradicional de la mujer era una silla de montar que no me quería poner. […] Empecé a usar botas y jeans de hombre y a andar con la cabeza llena de visiones, con hambre de más palabras y más palabras.”
Lo queer de lo queer
Gloria no sólo cuestionó el papel de la mujer en su comunidad, también cuestionó las etiquetas que buscaban definir quién era y quién era su gente. “¿Quién soy? Una lesbiana feminista tercermundista inclinada al marxismo y al misticismo. Me fragmentarán y a cada pequeño pedazo le pondrán una etiqueta.”. En su ensayo To(o) Queer the writer– Loca, chicana y escritora –escrito en inglés, pero con muchas palabras y frases del español– discute el conflicto que tiene con algunas etiquetas: “For me, the term lesbiana es un problema”, luego, explica que ella creció escuchando palabras como “marimacha” “jota” “una de las otras”, “patlache” o “loca”.
Se ha señalado que estas reflexiones de Anzaldúa son un antecedente del término “teoría queer”. En su ensayo, Gloria relata: “Me gustaría poder elegir una palabra para nombrarme. Pero si tuviera que elegir una en inglés elegiría dyke o quer’, aunque esta clase de palabras anteriormente tuvieran una connotación ‘enferma’”.
Aunque los intelectuales teorizan sobre disidencias sexuales y el género desde una posición crítica que problematiza al sujeto y la sexualidad, lo queer es más bien una no-teoría que confronta las teorías normalizadas. Si lo queer se institucionalizara, dejaría de ser queer porque perdería su carácter de subversión.
Gloria empezó a usar en sus escritos de la década de los 1970 el término queer para hablar de aquello que se ha definido como desviado y lo relacionaba con los movimientos de liberación lésbico-gay. Además, en muchos de sus ensayos autobiográficos, usaba el término para definirse: “Pero yo, como otras personas queer, soy dos en un único cuerpo, tanto hombre como mujer. Soy la encarnación de los hieros gamos: la unión de contrarios en un mismo ser”.
Gloria póstuma
Su tesis doctoral, Borderlands/La frontera: la nueva mestiza, fue rechazada por la Universidad de Santa Cruz. Sin un doctorado, Gloria no pudo encontrar una posición académica, y por tanto económica, más segura y estable que su cargo de lecturer o profesora universitaria. Gloria murió en Santa Cruz, California, el 15 de mayo de 2004 porque no pudo pagar la hospitalización que necesitaba para regular sus niveles de insulina. Sus últimos días los pasó en su casa sentada frente a la computadora buscando medicamentos baratos.
Anzaldúa fue una mujer creció en la frontera, al margen de un español y un inglés estándar, que se encontró en lo queer, lejos de las ambivalencias que sus amigos y familiares quisieron ponerle a su nombre. También vivió al margen de la academia y su caso, el de una académica de color que muere en la pobreza o en la semipobreza, no es único.
Aunque sus restos permanecen en la frontera, en el cementerio del Valle del Río Grande, en una zona rodeada de centros de detención, su nombre, su poesía y sus palabras son esa puente que cruza fronteras. En la actualidad, su obra es referente en la teoría queer, los estudios de género y algunos feminismos.