Cada día más emprendedores buscan brindar a su propia experiencia y la de sus compañeros una preparación multitasking que abarque más que sólo la concreción de tareas específicas. Ya no se aspira a ser jefe, supervisor, gerente o director… se buscan líderes.
Estamos inmersos en una cultura en donde las relaciones cumplen un punto clave en el desarrollo personal y profesional de una persona. Actividades que mejoren la oratoria, la negociación y el coaching ontológico se presentan cada vez más en cursos intra y extra laborales. Así, no es sorpresa encontrar que las prioridades han cambiado para bien. Ante un desarrollo basado en la experiencia y en academicismos, descubrimos un enfoque mucho más humano en donde un verdadero profesional no es sólo un experto, sino también “una persona”.
Quiero aprender a guiar con empatía
Un líder pone en práctica sus capacidades comunicativas todo el tiempo, sabe expresarse con gentileza y también escuchar, ver al otro; sentarse frente a frente en una sala aislada y brindar un espacio seguro en donde hablar de preocupaciones tanto dentro como fuera del trabajo. La clave: puede no tratarse de tu jefe. Liderar no obedece a jerarquías, cualquiera puede destacarse.
Todos conocemos a una persona que “va para adelante”, que tiene una profunda inteligencia interpersonal y es capaz de emprender, buscar y reflexionar sobre cómo desarrollar para sí mismo y los demás un mejor futuro. Acompañar, comprender y negociar son sus rasgos definitorios. Entiende que todos tienen distintas personalidades, habilidades, capacidades y gustos y enfoca esa diversidad en el camino correcto.
El líder también exige, intenta con todas sus fuerzas sacar lo mejor de los demás porque los conoce. Se ha tomado el tiempo de entender y descubrir sus virtudes e inseguridades y sabe hasta dónde pueden llegar. Promete y guía pero lo hace, principalmente, mostrándose como ejemplo. Es autoexigente y metódico, el primero en levantar la mano, en abrir la boca, en asistir cuando alguien lo necesita, pero también posee conocimiento y espera mucho de sus contrapartes.
Cómo cambian las cosas
Un líder ya no es un cochero, el conductor de un carruaje, quien exige en demasía a sus caballos y los encamina en un único destino donde cada uno de ellos debe servir a los objetivos de alguien más. A este personaje no le importa en lo más mínimo la salud, los sentimientos ni el clima mientras él se encuentre cómodo. Por el contrario, él es el primer caballo que tira de la carreta y busca, ante frio y calor, nieve o viento, motivar a sus compañeros (ya no subalternos), acompañarlos y compartir los desafíos de un camino común. Hoy, necesitamos líderes porque jefes, sobran.
Este sitio utiliza cookies. Al utilizar este sitio estas dando tu consentimiento a las cookies que se utilizan. Vea nuestra Política de Privacidad y las Políticas de Cookie. Estoy de acuerdo