En Argentina, al término olímpico se le daba otra acepción más. A «relativo al Olimpo», «perteneciente a la ciudad de Olimpia», «relativo a los Juegos Olímpicos» y «soberbio», se le sumaba el significado «enorme». Tenía sentido esa expresión, porque algo relativo a los dioses (olímpicos, en este caso) siempre excede a las dimensiones humanas. Algo que viene del orden divino entendemos que es grandioso. Y hoy quiero recuperar ese uso del término Olímpico.
Vi la Ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Francia, y me encantó. Hice un comentario ese mismo día, al respecto, si darme el tiempo para leer los comentarios de otros, para tener una visión propia, sin ninguna influencia externa. Después, me metí en la red social de Elon Musk, y en Youtube, y me llené de sorpresa ante las reacciones en cadena con que me encontré…
«JUEGOS OLÍMPICOS MÁS SATÁNICOS QUE NUNCA»; «RITUAL SATÁNICO EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS», «RIDICULACIÓN AL CRISTIANISMO EN LA CEREMONIA DE APERTURA», «PARODIA SOBRE LA ÚLTIMA CENA»…
Me divirtió mucho leer todo eso… «INDIGNANTE RITUAL CRISTIANO EN LA CATEDRAL DE BUENOS AIRES». Así de ridículo me sonaba que dijeran, enojadísimos, que los Juegos Olímpicos se habían convertido en un ritual demoníaco.
¿Qué se imaginan que es, los indignados en red, el Fuego Olímpico, protagonista absoluto de los Juegos Olímpicos?
Y, de base, ¿a qué piensan que se refiere el término Olímpico?
Cuando se desconocen los orígenes de lo que se está celebrando, todo pierde sentido y se convierte en un hecho ridículo. Francia lo hizo todo muy coherentemente, y voy a aclarar lo obvio para bajar la indignación que esta apertura provocó en quienes no saben de lo que están hablando.
Es obvio que «Olímpicos» está haciendo referencia al Olimpo, lugar de residencia de los dioses griegos.
¿Vieron, se dieron por enterados, de que cada cuatro años la primera delegación de atletas que desfila es la griega? ¿¡Por qué será, no!?
Los Juegos Olímpicos era un evento celebratorio a los Dioses del Olimpo, y a uno en particular: a Prometeo… Prometeo, al que le debemos el fuego divino, que nos di el conocimiento y nos acercó a los humanos a la categoría divina.
¿Qué, entonces, estará simbolizando la Antorcha Olímpica? Si las neuronas hacen bien su trabajo, se darán cuenta que el Fuego Olímpico es el fuego del Titán Prometeo, habitante del Olimpo.
Me siento una tonta aclarando lo evidente que, evidentemente, no es tan evidente en las redes.
A Prometeo, en otro panteón divino, se lo llama de otro modo. Y en ese relato, si bien también es castigado por darle el conocimiento a los humanos, se lo juzga como a un ser malvado en vez de reconocerle su rol de Libertador del pensamiento. En el relato judeo cristiano del Génesis, Prometeo se llama Lucifer. Lucifer, que quiere decir «el que lleva la luz». Por tanto, ¡ES OBVIO!… ¡Los JJOO son un ritual en honor a Lucifer!
La indignación general estalló, especialmente, a causa de una representación teatralizada de una pintura.
Ven una mesa con gente sentada alrededor, y lo único que les viene a la cabeza es La Última Cena, de Leonardo Da Vinci.
«¡Horror! ¡Están burlándose de la representación del establecimiento del Sacramento de la Eucaristía!», gritan muchos desde su teléfono celular.
Mientras me pregunto cuántos de esos indignados comulgan con asiduidad, me apena comprobar que exista tanta ignorancia sobre la Historia del Arte, y que confundan la obra de Da Vinci con El banquete de los Dioses, de Jan Van Bijlert.
La obra pone en la pantalla mundial a ‘los dioses» «del Olimpo» en una ceremonia de los «Juegos Olímpicos»… ¡En fin!… Es clara la pertinencia de la representación francesa. Repaso las críticas indignadas, y me indigno yo. «¡BASTA, CHICOS!», diría El comandante Ricardo Fort.
Y sigo indignada ante tanta indignación. Ponele que sí, que era La Última Cena lo que nos representó Francia. ¿Y qué? ¿Por qué estaría mal que a esa mesa se sentaran personas de diferentes orientaciones sexuales?
Lo que Cristo vino a revolucionar fue, en su momento, con quiénes, y con quiénes no, un maestro de la ley se podía reunir. Jesús se juntaba con prostitutas, estafadores, con los que eran excluidos de los ámbitos «bien vistos». ¡Cristo era INCLUSIVO! Y me animo a decir que a los únicos que no soportaba era a los hipócritas que tienen limpias las manos y las caras pero sucia el alma.
Para los cristianos católicos, les voy a recordar otra obviedad: Católico significa Universal. Un buen católico debería ser inclusivo, empático, y tratar de que el mensaje de Cristo le llegue a toda la Humanidad. Por tanto: una Última Cena Diversa, sería un mensaje muy inclusivo que a Cristo le gustaría, estoy convencida.
Como corolario de todo este enorme, ¡olímpico! malentendido, me divierte ver que la raíz de la palabra misma es «mal», y que el primer Oro Olímpico argentino, este 2024, lo alcanzó Maligno Torres.
Al final, como suele suceder con mis compatriotas, cuando todo es un desbarajuste mundial, un argentino «la pega», poniendo, inesperadamente, un toque de humor y coherencia.
Diría que me encanta y que es divertido, casi diabólico, que celebremos que en los Juegos Olímpicos haya ganado El Maligno.