El día de la música se celebra el 22 de noviembre en honor a Santa Cecilia, patrona de la música. Su historia está llena de enigmas, bordea el mito y por momentos roza lo fantástico.
A finales del Siglo II de nuestra era, cuando aún estaba prohibido el cristianismo en el Imperio Romano, una joven cristiana llamada Cecilia fue obligada por sus padres a casarse con un miembro de la Sociedad Patricia llamado Valeriano, quien adoptó la religión de su esposa. Él y su hermano Tiburcio realizaban la labor prohibida de la época: sepultar cadáveres cristianos. Por esta razón, fueron arrestados, torturados y condenados a muerte.
Las fuerzas de seguridad de la época también buscaron a Cecilia e intentaron sin éxito que abandonara la religión de Cristo, pero ella prefería morir antes que dejar su religión. Así, las autoridades, para hacerla cambiar de parecer, la torturaron e intentaron ahogarla en su propia casa, pero el resultado no fue el esperado. Según la leyenda, ella resistió cantando alabanzas a Dios.
Como no pudieron convencerla, el calvario de Cecilia continuó ya que fue condenada a pena de muerte por decapitación. Aquí aparece el primer hecho increíble: el verdugo intentó cortarle la cabeza tres veces pero no tuvo éxito. Horrorizado corrió y se alejó de la joven que seguía viva y ensangrentada. Cecilia sobrevivió, aunque sus heridas eran profundas, y falleció tres días después. De esta forma la plasmó el escultor Stefano Moderno (1576-1636) en una escultura de mármol: con un tajo en el cuello apenas perceptible. Esta obra está en la Iglesia Santa Cecilia en Roma, donde descansan sus restos.

¿Por qué Santa Cecilia fue nombrada la patrona de los músicos?
En realidad es un misterio, aunque hay tres teorías que tratan de explicarlo. La primera es discutible ya que supone que en su boda, mientras los músicos tocaban melodías, Cecilia en su cabeza de alabanza a Dios.
La segunda teoría señala que el Papa Gregorio XIII, en el año 1594, la nombró Patrona de la música por mostrar una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos.
Por último, según el profesor de historia de la música y director de orquesta Jesús Ignacio Pérez Perazzo, es probable que Cecilia siguiera las costumbres y tradiciones patricias y en su juventud estudiara un instrumento musical, como el arpa, la cítara o la lira. Aunque esto pueda ser cierto, no queda claro por qué Santa Cecilia aparece tocando el órgano en las imágenes, como la obra del pintor barroco Jacques Blanchard. Esto puede deberse a un error de traducción. Según las “Actas de Santa Cecilia”, unos textos anónimos encontrados en el año 480 en nuestra era, aparece escrito en latín «Candéntibus órganis Cæcilia Dómino decantábat dicens» que quiero decir “Mientras estaba el horno al rojo vivo, Cecilia cantaba al Señor diciendo”. El texto hace referencia al momento en que intentaron asesinarla en su casa; en ese entonces, el término órganis significaba fuelle y también hacía referencia a una herramienta para insuflar algo, pero se interpretó que dicha palabra hacía referencia al instrumento musical.

¿Por qué la música tiene su día?
Al escuchar una canción o una obra musical, es probable que alguno de nuestros pies empiece a marcar el ‘pulso’ de la canción involuntariamente. El pulso en música es, al igual que en la vida misma, lo que da movimiento y “vida”. Hay pulsos lentos y acelerados, todos pueden ser más rápidos de repente o de manera escalonada. Si escuchas una canción que te gusta mucho, tal vez marques el pulso o cantes aunque sea un fragmento del estribillo. En los niños, el efecto es mayor porque no pueden controlar las ganas de comenzar a moverse al ritmo de la música; la razón es sencilla y compleja a la vez: la actividad cerebral aumenta. Escuchar música es una de las pocas actividades que pone en funcionamiento ambos hemisferios a la vez.
A pesar de los beneficios que nos da la música, es muy común escuchar “No sirvo para la música “o “no tengo oído para tocar un instrumento o cantar”, paradójicamente, cuando estamos aprendiendo a caminar y nos caemos varias veces nadie nos dice “no servís para caminar, no lo intentes”. En la música nos damos la oportunidad de jugar, tanto que en inglés y en francés se usa el verbo «jugar» (play y jouer) para referirse a la ejecución de un instrumento, porque tocar un instrumento se trata de eso, de jugar y volverlo a intentar porque de los errores se aprende.
Al final de cuentas, el día de la música es para recordarnos que existe, que está ahí. La música es eso invisible que atrae nuestra atención.

































