Sábado por la tarde. Medio dormida todavía, miro mi celular. Tengo un mensaje.
«Flá, necesito tu opinión. Es sobre una foto que quiero postear».
«A ver, mandala», respondo distraída.
Recibo una foto del emisor en bermuda y sin camisa. Mira para otro lado, no establece contacto visual.
Sorprendida, me encuentro de repente siendo asesora de imagen a través de WhatsApp.
«No sé si subirla, temo quedar muy langa», dice el siguiente mensaje, y pienso que esto de ser asesora de imagen virtual tiene aristas divertidas e interesantes.
«Todo depende de lo que quieras lograr», envío, y vuelvo a mirar el archivo recibido.
«No sé, me parece que puede quedar fuera de contexto», insiste él en dudar.
Pienso y respondo, sin dilación: «Hoy por hoy, todo está fuera de contexto, hablemos en serio. Esperá…».
Ya bien despierta, busco en mi celular ejemplos para reenviar, y agrego:
«Tu foto, más que muy «langa», da muy «chongo»… Langa es esto (adjunto foto) o esto (adjunto otra más). Chongo es esto (envío nueva foto) y esto (foto masculina final)».
Las fotos son de Henry Cavill, Rodolfo Bebán y Tom Ellis. En el caso de Cavill y Ellis explico que pueden ambos ser «langas» o «chongos» según sea la postura y la vestimenta que muestran.
«Como no soy celosa, posteá lo que quieras», y cierro esa charla inesperada y acidolisérgica.
Sin embargo, me quedé pensando…
Las fotos sexys masculinas suelen ser más estéticas que las femeninas. Y pensar eso me dió pena.
Salvo honrosas excepciones, las fotos de mujeres con poca ropa que se ven en red social cumplen un patrón, que se repite sin parar. La mujer en cuestión se para de espaldas a la cámara del celular, en short o en tanga. En primer plano están sus nalgas, y su cara, volteada hacia adelante, mira directo a la cámara.
«El lenguaje visual tiene códigos claros, lo mismo que el corporal. Todo comunica y es imposible no comunicar», repasa mi cabeza mientras recuerda esas fotos repetidas que no me gusta mirar.
Otra opción de foto sexy femenina es la que mezcla el gesto de fruncir los labios, formando trompita, mirada mimosa y, debajo, un escote profundo tomado en contrapicado.
«Son una invitación las dos, eso es muy simple de ver», sigo pensando, convencida de que la mayoría de esas invitaciones (sexuales, obviamente) tienen un destinatario puntual. Pero si la invitación la hacés por red social es una provocación popular. Y eso es un riesgo enorme, además de que se convierte en algo sumamente vulgar.
Sigo analizando… Entro en mi Instagram. Sigo a celebritys de diferentes sitios y diversos sexos. ¿Mujeres? Sigo especialmente a tres: Monica Belluci, Sophie Marceau y Eva Green. Las tres, sí, son Chicas Bond. Bellas, en muchos posteos aparecen en Cannes, con actores que me encantan, mostrando joyas, zapatos, peinados y, en algunas fotos, aparecen con muy poca ropa.
Monica, puntualmente, suele posar desnuda.
«¡Italiana tenía que ser!», y recuerdo el arte de Milo Manara.
Los desnudos de Belluci se parecen a los del ilustrador nacido en Bolzano. Las fotos sexys de Marceau y de Green también. Son imágenes sugerentes, altamente estéticas. Son fotos lindas para mirar, seas varón o seas mujer. Seas hétero, bi u homosexual.
Como dije en algún lugar ya: la Belleza no tiene género. El erotismo con buen gusto es Arte. Y el Arte nos hace volar. ¡Ojalá al postear en red social la gente para un segundo para reflexionar!

Paso a rever las fotos de varones que sigo en Instagram y en Pinterest también. Sospecho, y confirmo: todas las fotos sexys de chicos son casi iguales. Pantalón corto, sin camisa ni remera. Músculos abdominales marcados, brazos esculturales, un tanto despeinados y mirando para el costado. Son imágenes estudiadas, planeadas, intentando ser naturales cuando, en realidad, son de situación de «sacame una foto así, como que no me doy cuenta».
Sonrío, entretenida. Los hombres posando para sexys me dan ternura y me divierten. Tienen, en un punto, algo equívocamente inocente.
El código visual transmite un mensaje claro también acá. Son fotos que quieren provocar deseo, pero sin querer mostrar el objetivo.
«No se hacen cargo de la provocación. Todo queda en la mente del espectador… ¡Poncio Pilatos! Si alguien «prende» en la carnada, ellos siempre pueden lavarse las manos».
Pero mi mente no se queda ahí, y sigue analizando. Debo reconocer que, entre los varones que no son celebritys, las fotos sexys que comparten son más sutiles que las de las mujeres.
Tanto en uno u otro sexo, como en todo, hay excepciones. Hay chicas que suben fotos con poca ropa que son imágenes hermosas y hay varones desubicados que comparten fotos desagradables.
Hay de todo bajo el Sol, eso está claro. Pero, en tendencia, son mucho menos las fotos vulgares protagonizadas por varones. Ellos prefieren la provocación indirecta, casi histérica.
Al final de mi rápido análisis volví a mis redes. Me metí en el perfil de quien me había enviado por chat la foto que causó todo este análisis de comunicación visual digital.
La foto que me mandó no la subió. Prefirió compartir una en la que está completamente vestido.
«¡Lástima! El resto se la perdió!»
Cerré Instagram, y apagué el celular.

































